El duelo se define como una reacción adaptativa natural, normal y esperable ante la pérdida de un ser querido. Es un acontecimiento vital muy estresante, que tarde o temprano tenemos que afrontar casi todos los seres humanos.
No es una enfermedad, sin embargo, la muerte de un hijo y la del cónyuge, son consideradas las situaciones más estresantes por las que puede pasar una persona.
Es un proceso único e irrepetible, dinámico y cambiante momento a momento, persona a persona. No es un proceso que sigue unas pautas universales.
Finalmente se va aceptando emocionalmente la pérdida y la persona se va redefiniendo y resituando en su mundo. Cuanto más éxito tenga en estos nuevos roles, más confianza e independencia sentirá. Se reanuda la actividad social y se disfruta cada vez más de situaciones que antes eran gratas.
El recuerdo es cada vez menos. Este período dura entre uno y dos años. Se empieza a vivir pensando en el futuro, no en el pasado.